Amsterdam: itinerarios para 2, 3 y 5 días

Cuando el viajero llega a la estación central de Amsterdam, la primera impresión es ya impactante. Miles de bicicletas reposan en el aparcamiento anexo. Será la primera sorpresa que depara esta ciudad diferente, insólita y acogedora como pocas… Las biciletas suponen el ejemplo más claro de que estamos entre gente inconformista, valiente y luchadora para cambiar situaciones difíciles.

La propia configuración de la ciudad, como de Holanda entera, refleja la lucha constante durante siglos para contener a la naturaleza, dominarla y ganar terreno al mar en un país llano como la palma de la mano… Los diques han permitido que el Mar del Norte no inunde las tierras fértiles de los Países Bajos y canalizar esa agua para formar los canales de ciudades como Amsterdam. Su nombre quiere decir, precisamente, dique sobre el Amstel y su origen, según la leyenda, se remonta a cuando dos pescadores y un perro se refugiaron de un temporal en este  lugar pantanoso, donde confluyen el río Amstel y el estuario del Zuiderzee.

El suelo de la ciudad tiene tres estratos: turba, arena y arcilla. Sobre ellos se clavan postes, en los que se sustentan los edificios, incluido el Palacio Real. Al final, cien islas artificiales se han construido sobre otros cien canales con mil puentes… Así se ha moldeado la silueta del centro de la ciudad en círculos concéntricos, los grandes canales de Herengracht, Keizersgracht, Prinsengracht o Singelgracht.

Alrededor de los canales se suceden los edificios neerlandeses tan habituales en las ciudades holandesas, con sus tradicionales hastiales. Las lluvias obligan a tejados inclinados, pero en la Edad de Oro de Amsterdam, en el siglo XVII, comenzaron a decorarse los hastiales que coronan el tejado puntiagudo.Los hay en forma de campana, en escalera, en pico, en cuello…pero siempre con decoraciones esmeradas o placas de piedra que indican el oficio del propietario.

Son casas sin persianas ni cortinas en las ventanas, como si no hubiera ningún secreto para esconder a los forasteros. Es, sin duda, herencia de la religión protestante, que ha centrado la historia de estas Provincias Unidas del Norte, las regiones luteranas de Flandes que se rebelaron contra España y que, merced a su religión, se separaron del resto de flamencos (católicos y hoy en Bélgica).

La austeridad luterana hace que sus templos no ofrezcan la borrachera barroca tan habitual de los católicos. Destacan, eso sí, las torres de las iglesias protestantes del siglo XVII, denominadas sencillamente como la iglesia del Oeste (Westerkerk, cuyo único lujo es su órgano) o la vieja iglesia (Oudekerk). Una austeridad que viene de lejos, del siglo XI, cuando las viudas formaron la begijnhof, una comunidad laica y cerrada que aún se puede visitar, similar a otros patios escondidos, como los hofjes del barrio del Jordaan, originariamente comunidades religiosas…

Pero esa religión que surgió como rechazo a los excesos papales y a un opulento, rico y poderoso clero no permitió, sin embargo, el culto a los católicos, que hubieron de hacerlo de forma clandestina como se ve en la insólita iglesia del ático, justo al lado del barrio rojo, en el último piso de un edificio normal de los mercaderes del siglo XVII.

Y del mismo modo que los holandeses lucharon contra los católicos y contra los invasores españoles, hubieron de hacerlo también para conseguir parcelas de libertad y derechos que se ejemplifican en varios aspectos destacables. Los coffee shops, cafés donde se consume marihuana han sido, desde 1970, la envidia de todo el mundo que consume cannabis a lo largo del planeta. Aunque en estos establecimientos se consuma cannabis, no se puede consumir alcohol.

Por otro lado, las cabinas de prostitutas en el barrio rojo, denostadas por muchos, son, sin embargo, envidiadas por trabajadoras del sexo de todo el mundo también por las condiciones laborales y sociales de que disfrutan sus colegas holandesas. Sin entrar en discusiones sobre el asunto, lo cierto es que el barrio tiene a su heroína en estatua, «Belle», que un día apareció instalada en el barrio, las autoridades la retiraron y los vecinos exigieron que se restituyera…

Las luchas de los ciudadanos de esta ciudad siempre deseosa de ser libre tienen más ejemplos extraordinarios. La casa de Anna Frank es el recuerdo de la barbarie nazi contra los judíos. Una comunidad que se estableció en el siglo XVII en esta isla de libertad frente a los ataques católicos del sur de Europa, ortodoxos del Este de Europa y al racismo generalizado del continente. De los 140.000 judíos, 107.000 fueron deportados a los campos de la muerte…

La ocupación nazi tuvo a los holandeses como prisioneros en su país. La familia real se exilió y el color de su dinastía, la de Orange (naranja), fue el distintivo silencioso de resistencia de los valientes holandeses.Tan valientes que fueron capaces de secundar una huelga general contra las medidas antijudías en plena ocupación. Todo ésto se recrea maravillosamente en un museo espectacular, el de la resistencia, poco conocido pero interesante como los templos del arte que se suceden en esta hermosa ciudad.

Hablando de los cuarenta Museos de la ciudad, hay que referirse, claro está, al Rijkmuseum. Un lugar donde admirar los pintores que pusieron a los Paises Bajos en primer lugar del arte en los comienzos de la edad moderna, desde Vermeer a Rembrandt. El nuevo Rijkmuseum es un edificio renovado tras una década de restauraciones a cargo de los arquitectos españoles Cruz y Ortiz.

Pero hay otro Museo que atrae a millones de visitantes, el de Van Gogh, ese atormentado artista que cumple el triste sino del pintor romántico: pobre en vida, sólo vendió dos cuadros, y famoso tras su muerte con subastas millonarias de su obra. El arquitecto japonés Kisho Kurokawa creó una original ampliación al museo original, que se quedó pequeño ante la expectación de millones de visitantes.

Antes que él nacieron en esta tierra artistas de la talla de Rembrandt, que enseñaron al mundo la vida de una potencia comercial en el siglo XVII, con la creación de las compañías de las Indias Orientales y las Indias Occidentales,que permitió una sociedad culta y muy tolerante, algo raro en aquella Europa de la contrarreforma católica y la ortodoxia luterana. Visitar la casa de este pintor universal nos remite a aquellos años esplendorosos, a pesar del claroscuro de su pintura, en el que los ricos comerciantes pujaban por ser retratados por el artista, que, como siempre, murió solo, pobre y olvidado por los mismos comerciantes…

Hay otros museos que atraen el turismo, como el de la empresa cervecera Heineken, otro de los iconos de este pais. En el siglo XIV, Amsterdam obtuvo permiso para importar cerveza de Hamburgo, la productora más importante del Norte de Europa. No fue hasta el siglo XIX que comenzó a elaborar la cerveza Heineken, la segunda empresa cervecera del mundo, que también absorbió la otra marca de la ciudad, Amstel.

Y es que, en todo el Benelux, la cerveza es la bebida fundamental para cualquier comida y cualquier encuentro. Para acompañar, por ejemplo, los arenques crudos, en salazón o en banderillas, que se encuentran en cafés, restaurantes o en los habituales puestos callejeros. Unos arenques, acompañados de pan de centeno untado con mantequilla o con cebolla picada…

Hablando de comida, el visitante encontrará además unas croquetas típicas vendidas en expendedores automáticos de la cadena FEBO y restaurantes de todo tipo y condición…pero, sin duda, lo que abunda por encima de todo es el excelente queso que ha dado fama a este pais, el Gouda, proveniente de leche de vaca pasteurizada, untuoso y de sabor fuerte. Hay tiendas de queso por toda la ciudad, donde se pueden degustar y comprar las múltiples variedades que ha dado este queso holandés. 

En un país con poco espacio, y ganado al mar, sorprende el amor a las plantas y las flores que se profesa. Los tulipanes (traídos de la corte del sultán de Estambul) son ahora una de las principales exportaciones de los Países Bajos (junto al queso y la cerveza) y en las calles de Amsterdam los veremos en el mercadillo de las flores ubicado en el centro de la ciudad, en Bloenmenmarkt junto a Singelgracht, y en cualquier establecimiento.

Las flores y plantas pueden admirarse también en el Jardín Botánico, una joya en un país que tuvo muchas colonias diseminadas por el mundo. Pero hay más verdor en una ciudad que, a primera vista, parece hecha sólo de ladrillo y agua. Varios parques enormes permiten a los visitantes y vecinos de Amsterdam pasear y relajarse. Sin duda, el más grande es el Vondelpark, en el barrio de los Museos, pero hay más, como el Oosterpark o el Westerpark.

Y sin salir de la ciudad, aún queda algún ejemplo de la imagen por excelencia de los Países Bajos, el molino. Desde el siglo VIII, se usaron los molinos de viento como técnicas de bombeo para desecar cientos de lagos y marismas y para impedir que las tierras quedaran inundadas. Es el complemento lógico a los trabajos titánicos de esta gente para luchar contra el agua, con diques y fortificaciones.

Y es que lo que siempre estará presente en esta ciudad es el agua… por éso, nada mejor para admirarla que desde los canales que la han moldeado a lo largo de los siglos. Algunos no sólo los ven, sino que viven en los propios canales, una opción de vivienda diferente y alternativa que, naturalmente, no tiene mejor ubicación que esta urbe, comparada siempre como una Venecia del Norte (aunque Venecia podría ser también una Amsterdam del sur)…

El lugar ideal para admirar los canales son los bruine cafe, viejos edificios del siglo XVII con un aire a los pubs ingleses, llenos de madera y con color marrón oscuro (de ahí el nombre) por el humo del tabaco que impregna el local desde hace siglos. Los mil quinientos cafés de Amsterdam no sólo sirven para tomar café, sino fundamentalmente para tomar cerveza, comer algún aperitivo y reunirse en un lugar seco y caliente. Y es que ésta es una ciudad luminosa en verano y primavera, pero lluviosa, plomiza y fría en invierno y otoño. En cualquier caso, una ciudad maravillosa…

Cómo llegar: 

Al aeropuerto de Schiphol llegan aviones desde Barcelona, Valencia, Alicante, Madrid, Sevilla, Málaga, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Palma. Un tren comunica en 15 minutos el aeropuerto con la estación central de Amsterdam. Para moverse en la ciudad nada mejor que la bicicleta o los pies, aunque hay tranvías y taxis en los más extraños y curiosos vehículos sobre ruedas…

Qué ver: 

ITINERARIO AMSTERDAM PARA 2 DIAS

ITINERARIO AMSTERDAM PARA 3 DIAS

ITINERARIO AMSTERDAM PARA 5 DIAS

Fotos de Carmen Urbina, Andres, Daniel y José Antonio Mourenza