Cuando uno llega a Kalambaka, lo que más sorprenden son las moles pétreas que se asoman sobre la localidad. Esta inmensa llanura griega que es la zona de Tesalia está bordeada por muchas montañas, como la cordillera que, desde Croacia, atraviesa los Balcanes para ir a morir en la lejana isla de Creta.
Pero precisamente Kalambaka se asienta en un amplio valle regado por el Pinios y sólo rompe esa monotonía una docena de montañas, farallones, columnas gigantes que se apelotonan alrededor de este pueblo y su vecino Kastraki.La formación geológica se explica porque, hace millones de años, aquí estaba un lago que, al contraerse las placas circundantes, dieron lugar a estas extrañas formas.
Y millones de años después, a partir del siglo XI, unos monjes cargados de espiritualidad vinieron a usarlos para el género humano en su carrera hacia Dios. Aprovechando la costumbre estilita de los primeros ascetas cristianos, que vivían toda la vida encima de una columna, alrededor del siglo XI un santo varón llamado Varaam pensó que lo mismo podría hacerse encima de estos montes puntiagudos y, además, en comunidad.
Y así surgieron dos docenas de monmasterios, ubicados en los lugares más inverosímiles. Algunos, hoy abandonados, ilustran lo imposible de su ubicación y su construcción, siempre a mano y, en el más moderno de los casos, con escaleras en la piedra, escalas de mano, poleas o cubos subidos con una simple cuerda.
Hasta comienzos del siglo XX, ésa era la única manera de llegar a los monasterios; ahora, ya se hace con carreteras, pero subir al monasterio sigue siendo tarea pedestre peldaño a peldaño y las mercancías pesadas se trasladan con pequeños teléfericos.
Los seis monasterios que se pueden visitar repiten el mismo esquema: una iglesia principal repleta de hermosísimos frescos bizantinos, que recibe el nombre de katholiko (que en griego quiere decir universal) y alrededor del patio las dependencias del monasterio, como refectorio, celdas, cocina, etc. reconvertidas en muchos casos en tiendas de recuerdos, museos y salas de exposiciones donde se constata la importancia de la Iglesia Ortodoxa Griega en la historia de este pais.
Y es que la guerra de independencia de comienzos del siglo XIX no fue sólo contra los cuatro siglos de ocupación otomana sino también la lucha del cristianismo contra el islam y así lo proclama siempre la historiografía de los popes. En una de las montañas se erige sobre el precipicio la estatua de Anastassios, un monje mártir al que los ocupantes turcos lanzaron al vacío,
Las incursiones turcas del siglo XIV, previas a la ocupación, dieron además su sentido a estos refugios inaccesibles . En estas escarpadas montañas de difícil acceso, se escondían de los otomanos tanto los monjes como los vecinos de las localidades vecinas que instalaron sus casas escondiéndolas en los frondosos bosques de robles y pinos que rodean Meteora. Un mundo monástico que, desde siempre, ha estado suspendido en el aire.
Cómo llegar:
Desde Atenas se llega a Kalambaka en autobús y tren (ambos trayectos duran cinco horas) o desde el norte, Tesalónica, también llegan autobuses y trenes (cuatro horas). En coche se llega de Atenas por la autopista E75 en dirección a Tesalónica; en Larissa se toma el desvío a Trikala por la E92 y desde allí se llega a Kalambaka.
Itinerario:
Kalambaka es el lugar ideal para acceder a los monasterios. Además de tours organizados de senderismo o escalada, un autobús sale a distintas horas por la mañana para llevar a los viajeros hasta Megalo Meteora. Allí se puede acceder a pie a los otros dos (Varlaam y Rousanou) y desde allí por carretera llegar a los otros tres.
Desde las calles más altas de Kalambaka se accede a pie a Agios Triados y Agios Stefano a través de un sendero sencillo y asequible a cualquiera entre bosques de encinas y robles. En cuarenta minutos se llega al primero de los monasterios y después la carretera nos conduce al siguiente.
Pero Kalambaka tiene también su interés. Ofrece un templo de la Asunción de la Virgen María, de los siglos VII a IX. Es un tesoro bizantino con frescos del siglo XIV y con restos del suelo romano del antiguo templo de Apolo. En medio del templo está el púlpito, algo inusual en toda Grecia.
Kastraki está a escasos dos kilómetros a pie de Kalambaka y ofrece al visitante más tranquilidad a pesar de disponer de múltiples tabernas y restaurantes. Esta ruta es muy recomendable porque, en el camino, se contemplan la roca Pixani, donde se descubre la capilla de Agiou Andonious y cavidades eremitas excavadas en las paredes, y sobre el pueblo una columna que da sombra a Kastraki. Se llama Adhrakiti.
Desde el pueblo se accede a dos kilómetros al monasterio más apartado, el de Agiou Nikolaou, al que se llega subiendo unos cientos de escalones. Otra senda, un poco más adelante, lleva a Varlaam y desde allí por la carretera se conecta con el resto de monasterios.
Megalo Meteora, como su nombre indica, es el monasterio más grande. Está a más de seiscientos metros de altura, en la roca más alta del valle. San Atanasio fundó el monasterio en el siglo XIV y el emperador serbio Symeon Uros donó su fortuna y profesó aquí. El Katholikon tiene una cúpula central de doce lados y contiene unos frescos sobre el martirio de cristianos a mano de los romanos.
El monasterio aún conserva la cocina, la bodega y el refectorio convertido en sala de exposiciones. También dispone de un Museo de Tradiciones Griegas, otro de historia del país en el siglo XX y otro de arte religioso.
Varlaam ofrece también un pequeño museo, su iglesia tiene frescos de finales del período bizantino y aún se conserva la cesta original en la que se subían las provisiones al monasterio hasta el año 1930, cuando ya se construyeron los accesos con puentes y escaleras en la roca.
Rousanou es un monasterio de monjas y, como el resto, obliga a que las mujeres lleven falda larga o, en su defecto, se deben cubrir con un pañuelo grande hasta los pies. Los hombres sí pueden llevar pantalón corto, pero siempre por debajo de la rodilla. Este monasterio conserva un puente de madera para acceder a él y en su iglesia hay unos interesantes frescos y vidrieras.
Agiou Nikolaou es un monasterio del siglo XV y en su iglesia destacan unos frescos del siglo XVI del monje cretense Theophanes Strelias en los que Adán enseña a Eva los nombres de los animales en el jardín del Edén.
Agias Triados está alejado de los otros cuatro y, por ello, tiene unas vistas espectaculares sobre todo el conjunto monástico de Meteora. Eso hizo que se utilizara esta localización en la película Solo para sus ojos de la serie de James Bond. Contiene también una interesante iglesia del siglo XVII.
Agiou Stefanou es el último monasterio, donde finaliza la carretera y, por éso, es de muy fácil acceso. Es también un monasterio de monjas y es, seguramente, el menos interesante. Aquí se concentran los autocares y por éso, las monjas hacen el agosto con sus tiendas de recuerdos. Se accede al monasterio por un puente moderno.
Este como el resto de monasterios cierra un día a la semana, diferente al de los demás. Por éso, conviene conocer el calendario de cierre de cada monasterio para no hacer el viaje en vano. Aunque, la sola contemplación del paisaje ya compensa cualquier esfuerzo.
Fotos de Andrés Mourenza, Carmen Urbina y Dmitry Zamorin.
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